Permítanme mis lectores presentarme. Mi nombre es Lázaro nacido en Alcázar
de San Juan, hijo de un carpintero, desentendido de mi nacimiento, y una
prostituta que me abandonó a las semanas al cambiarme por un burdel acomodado.
Déjenme que empiece a contar mi historia:
Cuando mi madre me abandonó, me recogió una mujer mayor que me cuidó,
vistió, alimentó y educó hasta aquel día diecinueve de junio de dos mil cuando
mi tutora murió de forma repentina de un ataque al corazón. Tras su muerte vagué
por mi pueblo hasta que un hombre de mediana edad decidió socorrerme
invitándome a servirle a cambio de techo, comida y vestimenta.
Roberto, que así se llamaba mi primer amo, prometía más que hacía. ¿Qué
quiero decir con esto? Lo explicaré fácilmente para que me puedan entender y
seré breve para no robarles mucho tiempo. Igual que me prometió comida, me
ofrecía las sobras con pan duro en el caso de haberlas. Eso sí, a él no faltaban
buenos corderos, buenos pescados y buenos vinos acompañando sus abundantes festines.
Las vestimentas no eran otras que las de su antiguo sirviente atropellado
por un camión algunas semanas atrás. Yo tan ingenuo creyéndome todavía las
falsas promesas no le di demasiada importancia suponiendo que pronto todo eso
cambiaría. Tras la puesta de sol Roberto me ofreció ir a su dormitorio a dormir
después de terminar de recoger, algo que me pareció extraño pues los amos no
suelen querer juntarse con sus sirvientes, pero accedí debido a su insistencia
y a la entonación de las últimas órdenes, no peticiones.
Pasaron los meses y poco a poco notaba que mi amo se estaba fijando más en
mí. Yo, al cerciorarme de su atenta mirada, le pregunté una vez que si estaba
haciendo algo de su desagrado, no obstante él rápidamente me respondió negando
con la cabeza y siguió observándome sin mediar palabra. Las noches eran las
verdaderamente incómodas porque siempre ofrecía dormir en su cama con la excusa
de que sus mantas eran las más gordas de
la casa y esa iba a ser una noche fría. Yo siempre le rechazaba la oferta y
acto seguido me tumbaba en el suelo a dormir, o eso intentaba debido a que mi
amo se inclinaba y no paraba de mirarme.
Una de esas noches me desperté de
madrugada y me encontré a mi señor a mi lado en el suelo, bajo la misma manta
con la que me arropaba, completamente desnudo y abrazándome por la espalda. Yo
al darme cuenta de lo que estaba pasando me propuse huir de esa casa. Al día
siguiente, cuando desperté al alba empecé a preparar la maleta con otro traje
que tenía y la comida suficiente como para sobrevivir deambulando un par de
semanas. En el instante en el que me disponía a salir de la habitación mi amo
se despertó. Supo en el primer instante lo que me proponía a hacer y reaccionó
al instante. Se levantó de la cama a toda prisa y me arrancó la maleta de la
mano amenazándome con matarme si me atrevía a salir de aquel lugar al que
llamaba hogar. Roberto consiguió reducirme a pesar de la resistencia que puse y
tomó la precaución de encerrarme en el sótano para evitar que me escapase y
solo se deleitaba con mi presencia a las horas de las comidas.
Al tercer día de cautiverio se me
ocurrió un plan para escapar de esa casa, pero sólo tendría una oportunidad y debería
estar tranquilo en todo momento. Mi plan
consistía en acabar con su vida con el cuchillo que utilizaba en una comida. Ese
mismo día lo llevé a cabo con éxito cortándole la cabeza cual desertor en el
Medievo.
Antes de marcharme me dispuse a hacer la maleta con mi ropa, comida y el
dinero que encontré para irme de aquel lugar para marcharme a la gran capital,
Madrid.
Al llegar a la capital española, después de de varias horas de espera para
que me llevaran me fui a los alrededores de la puerta del sol para llamar casa
por casa para buscar un nuevo amo.
A las dos horas de empezar a llamar a las puertas me amenazó una mujer con
llamar a la policía por ir llamando a todas las casa, en ese momento un hombre
mayor se apiadó de mí y me defendió, al irse la mujer éste me pregunto que si
estaba buscando a alguien en particular y yo le respondí que no, que solo
estaba buscando a un amo que me mantuviese a cambio de servirle. Esta oferta le
agradó fue él quien me ofreció su morada.
De camino a su casa se me presentó y que explicó que en su casa regían dos
norma: la primera era que yo tendría que comer después que el y que tendría que
obedecerlo sin excusas ordenara lo que ordenase, naturalmente acepté esas
normas. Cuando llegamos a su vivienda me recordó las normas y me advirtió de
los castigos que me esperaban si las incumplía, castigos de lo más crueles, ya
no me parecía tan gentil y benevolente como antes. Cuando entreabrió la puerta
me ordenó que dejase la maleta en alguna parte y empezase a limpiar, suponía
que no habían limpiado allí desde la Edad de Piedra, que tenía que estar todo
limpio y recogido para la hora de cenar.
Después de un día sin catar alimento, porque se terminaron los de la otra
casa, y trabajando yo esperaba la hora de cenar y al terminar mis tareas Manolo
cenó y al término éste me ordenó que me fuese al trastero a dormir. Pensé que
por un día sin comer no pasaba nada pero a la mañana siguiente después de
desayunar el me dio un yogur y me mandó
las tareas para el resto del día. A la hora de hacerle la comida me vio echando
cantidad para dos personas y me detuvo al instante. Le pregunté que porque me
paraba y me contestó que yo sólo comía un yogur por la mañana y ya está.
Al ver esta respuesta decidí que todas las noches al prepararle la cena me
escondería comida en la ropa para comérmela en el trastero a las espaldas del
amo. Esto funcionó varias semanas pero Manolo, al ver que faltaba comida en la
despensa, decidió vigilarme minuciosamente para comprobar si le estaba robando
comida y al comprobar que sus sospechas eran ciertas, me aseguró que tras el
alba me denunciaría a la policía.
A la mañana siguiente me acerqué a su dormitorio a servirle el desayuno en
la cama, como todos los días, y al finalizar se dispuso a bajar las escaleras, puse
en marcha el plan que había estado maquinando la noche anterior y lo empujé por
las escaleras. El anciano cayó hasta el pasillo de la entrada donde le rodeaba
un charco de sangre saliente de su cabeza ya descolorida.
Tras dejarlo allí aumentando la zona pintada por la sangre me dispuse a, de
nuevo, hacer la maleta con la comida y el dinero que encontrase para después
dirigirme a Ávila en busca de un nuevo amo.
Cuando llegué a Ávila deambulé durante un tiempo hasta encontrar a un nuevo
amo. A Natalia, mi ama, la encontré cuando me subí en transporte público yendo
hacia otra parte de la ciudad. Cuando le expliqué la situación se ofreció a las mismas condiciones que los
anteriores amos y afirmé las condiciones.
Tras llegar a su piso, un séptimo sin ascensor, me ordenó subirle la compra
y me tocó hacer dos viajes. Al terminar esta tarea, Natalia me dijo que
preparase la comida, esta vez preparé comida para los dos y ella muy contenta
con mi plato me dijo que la próxima vez preparase de sobra y comiese junto a
ella.
Por la tarde Natalia partió camino de su clase de canto, yo me quedé
limpiando y recogiendo la casa. Al hacer esto me di cuenta de que una de las paredes
de baño estaba hueca, miré atentamente y observe que uno de los azulejos del
suelo estaba suelto, me acerque y cuando me disponía a quitarlo entró Natalia.
Hola, me dijo, yo le devolví el saludo y le pregunte que porque estaba en
casa tan pronto y ella me respondió que porque su clase de canto solo duraba
una hora.
Al día siguiente cuando se marchó, me apresuré en ir a baño mara averiguar
por qué esa pared estaba hueca. Cuando quité el azulejo me encontré con dos
mochilas llenas de billetes, y me propuse descubrir como Natalia había obtenido
esa cantidad de dinero.
Cuando acabé las tareas me dispuse a ver las noticias, y para mi sorpresa
me encontré a Natalia entrando en los juzgados, perplejo me quedé viendo la
noticia pensando que le había pasado algo y tras escuchar a la presentadora
comprendí que ese dinero era de un atraco a un banco.
Cuando Natalia llegó a casa me ordenó que preparase la cena, así lo hice,
pero le eché Ultra Sueños, unas pastillas muy potentes para dormir, para que
por la mañana temprano no me pillara yéndome con una de las bolsas. Cuando
terminamos de comer y se fue a la cama me di cuenta de que las pastillas ya
estaban caducadas y por tanto no harían efecto, aún así proseguí con mi plan.
A la mañana siguiente cuando estaba cogiendo una de la bolsas se despertó
Natalia y se dispuso a apuñalarme con una navaja que siempre llevaba en el bolsillo
del pijama yo previniendo esto ya se la había quitado. Me abalancé sobre ella
clavándole el puñal en la nuez para que muriese al instante.
Media hora después abandoné el piso con una de las bolsas después de haber
escondido a Natalia en el falso techo, cuando la policía lo encontrase ya
estaría en Segovia donde más tarde fundé
con el dinero de mis tres amos una funeraria en honor a ellos.
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